Cuántas veces durante los mozos años de educación primaria, decoramos nuestros espaguéticos brazos con imágenes adheribles que al contacto con agua se fijaban en la piel por uno o dos días (bueno un poco más, pues a esa edad nadie se baña todos los días), recibiendo los comentarios negativos o positivos de los adultos que por alguna razón nunca compartieron el gusto de adornar el cuerpo con semejantes detalles. Luego, cuando el escenario se tornó un poco más violento los adheribles se convirtieron en cosa del pasado y eran vistos como entretenimiento para “niños”, cambió el método, ahora se utilizaba una herramienta muy común para descargar nuestras capacidades heurísticas sobre la palma de la mano, el antebrazo y la cara de algún incauto de esos que sobraban en las escuelas; lo único que nunca cambió fue la inexplicable actitud negativa de los adultos ante la práctica artística de pintar o rayar el cuerpo. Lamentablemente, conforme avanza el tiempo nos vamos topando con cosas nuevas en la vida y de pronto tanto el bolígrafo y los adheribles son cosa de broma, pasamos ahora a las ligas mayores, los tatuajes permanentes, buscando un poco en la historia de la humanidad, podemos entender porqué razón a algunos adultos les parece algo desagradable (los religiosos los utilizaban para marcar a aquellos que cometían sacrilegio), esto es tan cierto como subjetivo, dado que antes y después las marcas en el cuerpo eran vistas desde oriente hasta occidente como una muestra de experiencia, de valor y de belleza, incluso como una comunión con lo que algunos llama “alma” (pero eso no lo toman en cuenta). Alrededor de todo este dilema surgen los tatuajes temporales que en honor a la verdad ni se ven tan padres y duran muy poco (y eso que a mi edad tampoco me baño todos los días).
La cosa es que el tatuaje ha permitido que diseñadores, dibujantes matemáticos médicos, músicos, mecánicos, obreros, académicos, uno que otro religioso y cualquiera que tenga tantita imaginación de al mundo una pizca de su creatividad en un diseño único (en ocasiones) que portará orgullosamente (en ocasiones) el resto de su vida. Diseño que van desde figuras geométricas pasando por las famosas tribales (no triviales ¡por dios que dicen que existe!), nombres, rostros diseños independientes hasta tremebundos paisajes que no pueden ser denominados de otra forma que obras de arte.